Conciencia en Offside ha permanecido largo tiempo en descanso. A diferencia de otras ocasiones similares, esta vez la tristeza no ha tenido nada que ver. Todo lo contrario. Esta reaparición está dedicada a la hermosa luz que es en estos momentos mi primer heredero. Y con este texto empiezo una larguísima etapa en la que absolutamente todo lo que escriba, todo lo que diga, todo lo que anhele, sera para él(ella). "Cómo te esperaba, cuánto te deseaba..."
No sé si serás mi amigo más fiel o mi eterna princesa, pero tengo clarísimo desde que supe de tu arribo a mi mundo que lo más importante de mi vida está contigo. Me he demorado mucho en escribirte y te pido perdón. Me he estado acomodando a tu noticia. He ido sumando cambios, diciendo adiós. Y en el camino imaginando tu presencia, tu voz, tu magia para brindarme el mejor regalo que un hombre puede anhelar. Con el tiempo, lo prometo, te escribiré tanto y tanto que me pedirás stop.
Quiero empezar diciéndote que estoy muy emocionado por tu llegada. Que no sé bajo qué hechizo me has convertido en otra persona, al punto de poder gritarle al mundo que yo, tan amigo de la rutina y tan temeroso del paso del tiempo, hoy quisiera apretarle el botón de adelanto a los días para que ya estés conmigo, para que todos los momentos a tu lado sean cualquier cosa menos una rutina.
Ya me conocerás, y con anécdotas repetidas que en unos años sabrás de memoria y te romperán un poco la paciencia, podrás saber un poco de lo que fui antes de volver a nacer contigo. Pero para el libro de tu existencia, ese que lleva escritas apenas sus páginas iniciales, quedará el hecho de que cuando supe por primera vez de ti, tenía 27 años. Que era un hombre en camino a un vacío interminable. Que venía, con armas embusteras, perdiendo la batalla contra la vida. Que prefería el silencio, veneraba la quietud, apenas dormía y le hacía daño a mi cuerpo. Y encima, me estaba dando el lujo de perder una parte fundamental de mis afectos.
Entretanto, en ese letargo que fue el mundo sin ti, el pasado era siempre mejor. Como si tuviese 80 años, como si la resignación hubiese colocado en el fondo de mi memoria los momentos gratos, y además, insertado una barrera inquebrantable. Pero todo terminó. Contigo he mutado. Me has sacado con dulzura de las tinieblas. Hoy que estás en camino no hay nada que anhele más que mi futuro, que llevará tu nombre y tu fuerza. Me has proporcionado desde ya las armas exactas. He vuelto a soñar, que es mejor que dormir. Y aunque el silencio será mi sombra hasta siempre, quiero transformarlo, plasmarlo en la contemplación, en el deseo de tu voz. Venerar esta vez el movimiento, tu movimiento.
Te imagino un ser maravilloso. Sólo eso. Sin importar tu género, serás maravilloso. Espero que heredes de tu madre la belleza. Que tus ojos se parezcan a los suyos, tan profundos y cautivantes (aunque no me haré problemas si llevas unos tristes, como los míos). Que tu pelo sí sea la mezcla perfecta y si eres mujer, no te deje de legado mi nariz (si eres hombre, ya verás, igual conquistarás). Que tengas estéticamente las manos de tu mamá, y sentimentalmente las mías. Que si eres mujer tus piernas sean infinitas, y si eres hombre, gusten de patear una pelota y seas todo menos delantero (pues te he dejado un poco alta la valla de goleador). Que no heredes mi timidez, y si no hay remedio, que encuentres más rápido que yo la manera de contrarrestarla. Que tu estómago prosiga en calma su camino, que nunca te juegue en contra, como el mío. Que no te condene, lo imploro, el insomnio. Que duermas plácidamente, como tu mamá, y me dejen la angustia y los fantasmas a mí.
Que tengas la risa a flor de piel. Y el buen ánimo te albergue la mayoría del tiempo. Que tengas muchos amigos. Que te rompan poco el corazón. Que jamás llegue a tu aura el bichito de la depresión. Que el amor y la sonrisa prevalezcan antes que lo material. Que no te rindas antes de tiempo, y cuando la derrota sea ineludible, desees con el alma la revancha. Que el día de mi adiós te encuentre fortalecido. Que me quieras tanto como quiero a tus abuelos, pero que estés preparado, mucho antes que yo, para caminar solo. Que el destino te sonría y hagas realidad tus propios anhelos. Los míos los cumpliré tan sólo al contemplarte. Que me digas papá, porque a partir de ti, ya no seré más un simple Gabriel.
Yo haré hasta lo imposible por hacerte feliz. Lucharé en cada instante de mi vida por hacer de la tuya una más grata. No me imagino cuánto me podrás cambiar cuando por fin abandones la cuevita en la que te vas forjando para mirarme a los ojos, si desde ya, que apenas eres un puntito en el alma de tu mami, mi pasado ya no importa. Te seguiré esperando, siete meses se pasan volando. Y no tengas miedo, el hombre que fui antes de conocerte ya no existe. Y no volverá jamás, pues como escribió algún día un maestro que tuve: seré mejor por ti, bebé.
Quiero empezar diciéndote que estoy muy emocionado por tu llegada. Que no sé bajo qué hechizo me has convertido en otra persona, al punto de poder gritarle al mundo que yo, tan amigo de la rutina y tan temeroso del paso del tiempo, hoy quisiera apretarle el botón de adelanto a los días para que ya estés conmigo, para que todos los momentos a tu lado sean cualquier cosa menos una rutina.
Ya me conocerás, y con anécdotas repetidas que en unos años sabrás de memoria y te romperán un poco la paciencia, podrás saber un poco de lo que fui antes de volver a nacer contigo. Pero para el libro de tu existencia, ese que lleva escritas apenas sus páginas iniciales, quedará el hecho de que cuando supe por primera vez de ti, tenía 27 años. Que era un hombre en camino a un vacío interminable. Que venía, con armas embusteras, perdiendo la batalla contra la vida. Que prefería el silencio, veneraba la quietud, apenas dormía y le hacía daño a mi cuerpo. Y encima, me estaba dando el lujo de perder una parte fundamental de mis afectos.
Entretanto, en ese letargo que fue el mundo sin ti, el pasado era siempre mejor. Como si tuviese 80 años, como si la resignación hubiese colocado en el fondo de mi memoria los momentos gratos, y además, insertado una barrera inquebrantable. Pero todo terminó. Contigo he mutado. Me has sacado con dulzura de las tinieblas. Hoy que estás en camino no hay nada que anhele más que mi futuro, que llevará tu nombre y tu fuerza. Me has proporcionado desde ya las armas exactas. He vuelto a soñar, que es mejor que dormir. Y aunque el silencio será mi sombra hasta siempre, quiero transformarlo, plasmarlo en la contemplación, en el deseo de tu voz. Venerar esta vez el movimiento, tu movimiento.
Te imagino un ser maravilloso. Sólo eso. Sin importar tu género, serás maravilloso. Espero que heredes de tu madre la belleza. Que tus ojos se parezcan a los suyos, tan profundos y cautivantes (aunque no me haré problemas si llevas unos tristes, como los míos). Que tu pelo sí sea la mezcla perfecta y si eres mujer, no te deje de legado mi nariz (si eres hombre, ya verás, igual conquistarás). Que tengas estéticamente las manos de tu mamá, y sentimentalmente las mías. Que si eres mujer tus piernas sean infinitas, y si eres hombre, gusten de patear una pelota y seas todo menos delantero (pues te he dejado un poco alta la valla de goleador). Que no heredes mi timidez, y si no hay remedio, que encuentres más rápido que yo la manera de contrarrestarla. Que tu estómago prosiga en calma su camino, que nunca te juegue en contra, como el mío. Que no te condene, lo imploro, el insomnio. Que duermas plácidamente, como tu mamá, y me dejen la angustia y los fantasmas a mí.
Que tengas la risa a flor de piel. Y el buen ánimo te albergue la mayoría del tiempo. Que tengas muchos amigos. Que te rompan poco el corazón. Que jamás llegue a tu aura el bichito de la depresión. Que el amor y la sonrisa prevalezcan antes que lo material. Que no te rindas antes de tiempo, y cuando la derrota sea ineludible, desees con el alma la revancha. Que el día de mi adiós te encuentre fortalecido. Que me quieras tanto como quiero a tus abuelos, pero que estés preparado, mucho antes que yo, para caminar solo. Que el destino te sonría y hagas realidad tus propios anhelos. Los míos los cumpliré tan sólo al contemplarte. Que me digas papá, porque a partir de ti, ya no seré más un simple Gabriel.
Yo haré hasta lo imposible por hacerte feliz. Lucharé en cada instante de mi vida por hacer de la tuya una más grata. No me imagino cuánto me podrás cambiar cuando por fin abandones la cuevita en la que te vas forjando para mirarme a los ojos, si desde ya, que apenas eres un puntito en el alma de tu mami, mi pasado ya no importa. Te seguiré esperando, siete meses se pasan volando. Y no tengas miedo, el hombre que fui antes de conocerte ya no existe. Y no volverá jamás, pues como escribió algún día un maestro que tuve: seré mejor por ti, bebé.
Mucho corazón, mucha cabeza y toda la esperanza y fuerza de tu estirpe, Gabriel, ya verás que todo saldrá de putamadre. Bien papá!
ResponderEliminarAl fin viernes otra vez...
ResponderEliminarTu hermano (y uno de varios candidatos a compa)
GS
Me encantó la noticia. Me emocioné muchísimo, tú sabe que eres un ídolo para mí. Te quiero primo y voy a querer mucho a este fruto tuyo y de Flora.
ResponderEliminarPAQUIRRI
Grande Gabriel, me emocionas hasta el llanto.
ResponderEliminar