A falta de tertulias peloteras hace tiempo, les dejo mi apreciación del clásico del fútbol español, el partido más esperado del año. Y le dedico el texto a mis primos Camote y Roca, dos de mis compinches favoritos cuando se trata de hablar de fútbol, y que deben andar borrachos en algún bar de Catalunya. Visca el Barça.
Hace un par de semanas leí un artículo en el Deporte Total de El Comercio dedicado a Zlatan Ibrahimovic. Lo firmaba un columnista que no conocía, de esos que desfilan de vez en cuando en las últimas páginas del diario con artículos no del todo coyunturales, y decía que el delantero sueco era un jugador letal en partidos accesibles, pero intrascendente en los importantes. Juraba compartir la opinión con Arrigo Sachi, que goza con la autoridad de haberlo tenido cerca varias temporadas en Italia. Decía que Zlatan era un perfecto goleador de Liga, pues al ser este un torneo largo que suele coronar a los equipos que menos se complican ante rivales en el papel más débiles, el Barcelona podría dar por descontado buenos desempeños de su actual número nueve ante el Almería, el Bilbao o el Espanyol. Pero en los partidos más picantes o determinantes, de esos que aparecen con los clásicos y sobre todo en torneos como la Champions por ejemplo, extrañarían a Eto’o. Los números respaldan esa afirmación, pues Ibrahimovic ha ganado el Calcio italiano cinco temporadas seguidas (dos con la Juve y tres con el Inter) y en la Champions ha deambulado con más pena que gloria. Pero lo de intrascendente acaba de pasar a la historia hoy con su gol en el triunfo por uno a cero del Barcelona ante el Real Madrid, acaso el partido más importante del mundo en la actualidad.
Y es que este clásico ha tenido muchas contradicciones. Sobre el papel el Barcelona debía arrasar al Madrid (por actual momento, por localía), pero a mi entender eso no ocurrió, sobre todo en el primer tiempo. El Madrid complicó mucho al Barça jugándole de tú a tú, algo impensado en la Liga pasada, y si hubiese encontrado el Derby a Cristiano Ronaldo con ritmo, cualquier cosa podía pasar. En los pronósticos Iker Casillas tendría un excesivo trabajo, y fue Víctor Valdés el que puso el primer gol de la noche con ese atajadón a Cristiano. Los centrales del Madrid serían protagonistas, y para mí Carles Puyol fue el mejor jugador del partido. Lo que no pudo escapar de los pronósticos fue el resultado. Ganó el mejor, pero lo hizo porque pegó en el momento justo, no necesariamente por ser superior.
Y ahí fue fundamental Ibrahimovic. Entró por un deslucido Thierry Henry y en su primer contacto con la pelota la mandó a guardar. Como para callar a los que no lo tenían en los clásicos. Con su sola presencia “Ibra” es un peligro constante. Aún si permanece alejado del área, aún si viene de una lesión, aún si está impreciso como hoy. Jugadores como él o Messi tienen que estar en la cancha siempre, así el equipo se quede con diez. Así lo interpretó Guardiola, y eso fue lo que no entendió Pellegrini al sustituir a Cristiano Ronaldo cuando su equipo estaba en superioridad numérica en el campo, y al hacerlo, entregó el partido. Lo perdió ahí mismo.
Después de tamaña estupidez del chileno, el clásico fue más azulgrana que nunca. Recién se pareció al de los pronósticos. Apareció la mejor versión del Barça, esa que no extraña a sus figuras si se lesionan, la misma que vuelve imperceptible la expulsión de uno de sus hombres. Messi demostró que es un jugador de equipo, y realizó una labor táctica fundamental, llena de sacrificio e inteligencia para descontrolar a sus rivales (que se llenaron de amarillas por detenerlo) aún alejado de los metros finales, que es cuando hace daño. Y se hizo la luz con ese poema al fútbol que suelen ofrecer Xavi e Iniesta cuando controlan los partidos, incluso si tienen como rival de contacto directo a un estratega nato como Kaká, que como todo el Madrid, desapareció después del ingreso de Benzema por Ronaldo. Dani Alves plasmó su personalidad y su estilo, que se complementa como ninguno en el mundo con el toque fino de Xavi, Iniesta y Messi, y luego de mandar dos centros a la tribuna en el primer tiempo, le puso el pase gol a Ibrahimovic y le cedió a Messi la gloria en bandeja para sellar el partido, pero Lío perdió, tal vez por primera vez en su carrera, ante el achique de Casillas. Y colaboró Keita, anduvo correcto Abidal, Toure hizo lo suyo. E inflaron el pecho los dos zagueros. Puyol demostró que hoy en día es de lejos, pero de muy lejos, el mejor central del mundo. Y Piqué su complemento ideal. Nunca se complican, son fuertes en el mano a mano, colaboran en ataque. Que se agarren los delanteros si España los mantiene juntos en el Mundial.
El Barcelona tiene con qué pelear el protagonismo en la Liga, en la Champions y en la Copa del Rey. No se caería el mundo si repiten el triplete al finalizar la temporada. Pero el Madrid ha demostrado que al menos en los partidos entre ellos, puede encontrar la fórmula para contrarrestar poderes. Si bien carece de seguridad en líneas puntuales como las de Albiol y Arbeloa, tiene el equilibrio en el mediocampo que extrañaba con Guti y Gago y que se hará prolijo con el correr de los partidos con Lass y Xabi Alonso. Y salvo Marcelo que no termina de convencer, goza de jugadores correctos como Pepe, Sergio Ramos e Higuaín (a ese dámelo siempre), y cuenta con la magia asegurada, salvo lesiones, de Cristiano y Kaká.
Lo que tiene que hacer en el acto Florentino Pérez es mandar a Pellegrini de regreso a Santiago. Pero ya. Mantenerlo es tan absurdo como prescindir de Cristiano Ronaldo los últimos veinte minutos de un partido trascendental con el rival con uno menos. Y tan irrespetuoso como decir que si se trata de clásicos, Zlatan no moja.
Y es que este clásico ha tenido muchas contradicciones. Sobre el papel el Barcelona debía arrasar al Madrid (por actual momento, por localía), pero a mi entender eso no ocurrió, sobre todo en el primer tiempo. El Madrid complicó mucho al Barça jugándole de tú a tú, algo impensado en la Liga pasada, y si hubiese encontrado el Derby a Cristiano Ronaldo con ritmo, cualquier cosa podía pasar. En los pronósticos Iker Casillas tendría un excesivo trabajo, y fue Víctor Valdés el que puso el primer gol de la noche con ese atajadón a Cristiano. Los centrales del Madrid serían protagonistas, y para mí Carles Puyol fue el mejor jugador del partido. Lo que no pudo escapar de los pronósticos fue el resultado. Ganó el mejor, pero lo hizo porque pegó en el momento justo, no necesariamente por ser superior.
Y ahí fue fundamental Ibrahimovic. Entró por un deslucido Thierry Henry y en su primer contacto con la pelota la mandó a guardar. Como para callar a los que no lo tenían en los clásicos. Con su sola presencia “Ibra” es un peligro constante. Aún si permanece alejado del área, aún si viene de una lesión, aún si está impreciso como hoy. Jugadores como él o Messi tienen que estar en la cancha siempre, así el equipo se quede con diez. Así lo interpretó Guardiola, y eso fue lo que no entendió Pellegrini al sustituir a Cristiano Ronaldo cuando su equipo estaba en superioridad numérica en el campo, y al hacerlo, entregó el partido. Lo perdió ahí mismo.
Después de tamaña estupidez del chileno, el clásico fue más azulgrana que nunca. Recién se pareció al de los pronósticos. Apareció la mejor versión del Barça, esa que no extraña a sus figuras si se lesionan, la misma que vuelve imperceptible la expulsión de uno de sus hombres. Messi demostró que es un jugador de equipo, y realizó una labor táctica fundamental, llena de sacrificio e inteligencia para descontrolar a sus rivales (que se llenaron de amarillas por detenerlo) aún alejado de los metros finales, que es cuando hace daño. Y se hizo la luz con ese poema al fútbol que suelen ofrecer Xavi e Iniesta cuando controlan los partidos, incluso si tienen como rival de contacto directo a un estratega nato como Kaká, que como todo el Madrid, desapareció después del ingreso de Benzema por Ronaldo. Dani Alves plasmó su personalidad y su estilo, que se complementa como ninguno en el mundo con el toque fino de Xavi, Iniesta y Messi, y luego de mandar dos centros a la tribuna en el primer tiempo, le puso el pase gol a Ibrahimovic y le cedió a Messi la gloria en bandeja para sellar el partido, pero Lío perdió, tal vez por primera vez en su carrera, ante el achique de Casillas. Y colaboró Keita, anduvo correcto Abidal, Toure hizo lo suyo. E inflaron el pecho los dos zagueros. Puyol demostró que hoy en día es de lejos, pero de muy lejos, el mejor central del mundo. Y Piqué su complemento ideal. Nunca se complican, son fuertes en el mano a mano, colaboran en ataque. Que se agarren los delanteros si España los mantiene juntos en el Mundial.
El Barcelona tiene con qué pelear el protagonismo en la Liga, en la Champions y en la Copa del Rey. No se caería el mundo si repiten el triplete al finalizar la temporada. Pero el Madrid ha demostrado que al menos en los partidos entre ellos, puede encontrar la fórmula para contrarrestar poderes. Si bien carece de seguridad en líneas puntuales como las de Albiol y Arbeloa, tiene el equilibrio en el mediocampo que extrañaba con Guti y Gago y que se hará prolijo con el correr de los partidos con Lass y Xabi Alonso. Y salvo Marcelo que no termina de convencer, goza de jugadores correctos como Pepe, Sergio Ramos e Higuaín (a ese dámelo siempre), y cuenta con la magia asegurada, salvo lesiones, de Cristiano y Kaká.
Lo que tiene que hacer en el acto Florentino Pérez es mandar a Pellegrini de regreso a Santiago. Pero ya. Mantenerlo es tan absurdo como prescindir de Cristiano Ronaldo los últimos veinte minutos de un partido trascendental con el rival con uno menos. Y tan irrespetuoso como decir que si se trata de clásicos, Zlatan no moja.
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