lunes, 7 de diciembre de 2009

Llegó Sudáfrica (Y)

A Manuel Burga, con el odio de siempre.
El Mundial ha empezado ya. Lo bueno de la globalización y de la información instantánea está en la posibilidad de emocionarse por la Copa del Mundo más allá de ser un invitado de piedra. Más allá de ser parte de un país que no sabe de clasificaciones desde hace 27 años. Y es que en el Perú nos hemos acostumbrado a mundiales ajenos, y eso no merma el fanatismo, no impide la emoción. No escuchar el himno en la cita más importante del planeta fútbol es una rutina, como lo es hinchar por Brasil o Argentina, anhelar que las figuras que nos regala la globalización lleguen enteras, o acaso desearle el mal a un país vecino. En el Mundial están todas las figuras que hemos aprendido a querer (y a conocer de verdad) desde que el fútbol se masificó con la televisión y se volvió pan de cada día con la Internet. Y este de Sudáfrica promete vértigo en nuestros televisores aún con nuestra camiseta de la selección guardada en el cajón con la ropa de verano.

El Mundial ha empezado ya, porque se acaban de sortear en Ciudad del Cabo los grupos que le dan forma de una vez en nuestros anhelos y pronósticos a ese mágico mes que esperamos con ansias cada cuatro años. Y desde ya podemos sacar conclusiones. La primera es que luego de dos mundiales con la suerte en el sorteo diametralmente opuesta, esta vez a Argentina le ha tocado un grupo accesible en el papel, y a Brasil el que será denominado como el “grupo de la muerte”. Después podemos decir que Uruguay la tendrá muy dura; que Paraguay tiene el escenario perfecto para demostrar por qué fue considerado durante largo período en las Eliminatorias como el mejor país de Sudamérica; y que Chile la ha sacado barata.

A continuación, un recorrido más profundo de lo que espero de nuestros hermanos de continente:

Argentina: Empecemos por Argentina, equipo del cual soy hincha acérrimo desde que tengo criterio para el fútbol, y mi viejo me contagió el amor por Maradona y Caniggia aquella lejana tarde de 1990 cuando los albicelestes eliminaron a Italia. Debe haber sido la primera vez que vi a mi viejo emocionado por un partido. Yo que en esa época, contagiado por los chicos de mi colegio, simpatizaba por Brasil, me volví maradoniano hasta hoy que le perdono sus exabruptos y confío aún en sus milagros para transformar a su selección en un equipo. Hoy Argentina es cualquier cosa menos un equipo. Y Diego tendrá que trabajar durísimo para plasmar en la cancha el 12 de junio a once muchachos que muestren presagios de triunfo, y no a un grupo de hombres confundidos, con los colores de su camiseta como única arma.

Si Argentina logra formar un plantel serio, y Diego encuentra la manera idónea de rodear a Messi, la fase de grupos la tendrían que pasar caminando. Nigeria siempre es un duro rival, pero no es el equipo del 94 que metía miedo a cada segundo. Tampoco es el de la generación Atlanta 96 con Kanú como abanderado. Hoy tiene a Obafemi Martins como figura principal, un atacante veloz pero que hace rato perdió sitio entre los clase A. Después a Mikel, un mediocampista del Chelsea que es muy bueno. Y nada más. Pese a eso, es el rival más duro del grupo. Después está Grecia, que a partir de la Euro 2004 (con consagración y levantada de copa incluida) resulta un enigma, de lo contrario sería un equipo más. Prometen un buen trabajo táctico, como para vislumbrar un partido a cero hasta el minuto 76, y que luego Messi abra el camino para el primero, e Higuaín ponga el 2-0. Y termina el grupo la ascendente Corea del Sur. Llegan con el cartel de haber clasificado desde México 86 a todos los mundiales disputados. Y luego de haber terminado invictos en sus Eliminatorias, los de Ji Sung Park, volante veloz del Manchester United, su mejor figura, quieren demostrar que no fue casualidad lo del Mundial 2002, cuando anfitriones, llegaron a las semifinales.

Incluso la Argentina actual, sin un esquema definido, con Maradona sin respaldo popular, con Messi de caminante distraído, puede quedar primera del grupo. Con trabajo, sin dudas los del país del tango empiezan su aventura sudafricana en octavos de final.

Brasil: Es inevitable pintarse el corazón de verdeamarelho en los mundiales. Sobre todo para nosotros, tan acostumbrados a las derrotas, alquilar un sentimiento ganador es muy fácil, y Brasil nos viene dando motivos desde hace varios torneos como para sumarnos a su coche triunfalista. Esta vez el destino los ha posicionado en el grupo más difícil, pero estoy seguro de que a ellos les da lo mismo. El miedo, como siempre, es para el rival. A Brasil mientras más lejos lo enfrentas mejor. Corea del Norte está llamada a terminar con cero puntos su reintegro a la cita mundialista. Y los otros dos rivales, Costa de Marfil y Portugal, deben estar preocupados. Brasil tiene un equipo como para ser campeón. Desde ya afirmo que es mi candidato. Tiene al mejor arquero del mundo y una defensa muy solvente. En ofensiva, lo sabemos, Brasil siempre es Brasil. Lo mejor del grupo G es que se verán las caras Kaká, Cristiano Ronaldo y Drogba. Uno de ellos quedará fuera en primera ronda. Portugal ha perdido contundencia por la veteranía de hombres como Deco, Carvalho o Paulo Ferreira, pero tiene en Cristiano (si llega entero) al desequilibrio individual más trascendente del mundo. Y Costa de Marfil llega con un equipo sólido, con la experiencia de haber pasado por el “grupo de la muerte” en Alemania 2006 y con la promesa de no ser, como aquella vez, Drogba y diez más. ¿Mi pronóstico? Brasil está adentro. Y Corea del Norte debe estar comprando ya los pasajes de regreso. Entre Cristiano y Drogba (dos de mis jugadores favoritos) prefiero no opinar.

Uruguay: Siguiendo con esta lista, cuyo orden obedece al corazón, es el turno de Uruguay. A los charrúas sí les ha tocado el “grupo de la muerte”. Dando por descontado un trabajo digno de Sudáfrica por ser local, Francia y México le dan un toque de impredecible al grupo A. A Uruguay no le sobra nada. Es evidente, desde la manera en que clasificó hasta el nivel de sus jugadores, no puede mirar por encima del hombro a nadie. Lo bueno es que lo saben, y tienen a un técnico inteligente como Tabárez que se encargará de repetírselo a todos sus hombres. A un equipo que ha perdido contra la peor selección peruana de los últimos años no se le puede augurar muchos éxitos, pero los uruguayos saben de hazañas. Y encuentran a sus rivales en mal momento. México se ha dormido en sus laureles, y ha convertido en pedantería aquello de ser un equipo de primer nivel. Hoy carece de figuras rimbombantes y ya le faltan el respeto hasta en su penosa Concacaf. Y a Francia le sucede lo mismo que a Argentina. No encuentra el equipo. Tiene que trabajar mucho porque jugadores hay. En esta serie cualquier cosa puede pasar. El “grupo de la muerte” se ha emparejado hacia abajo, y si sus representantes siguen caminando entre la mediocridad de sus actuales momentos, Uruguay podría clasificar. Pero de acá a seis meses todo puede cambiar.

Paraguay: Paraguay navega en el mismo pedestal que Argentina y Brasil desde hace mucho, y ya es hora de demostrar aquello en el Mundial. Es cu cuarta cita consecutiva, y los agarra con la madurez necesaria como para predecir algo grande. A Paraguay se le debe pedir cuartos de final como mínimo. No hacerlo sería desprestigiar a Sudamérica, y seguir dándole motivos a la FIFA para que mantenga los cuatro cupos y medio cuando, por nivel, deberían ser cinco y medio. Tendrán de rival a vencer a la “desconocida” Eslovaquia, de la que sólo se conoce al central del Liverpool Skrtel; y a la que imaginamos débil Nueva Zelanda. Y completará el grupo la última campeona del mundo, Italia. Los italianos suelen ofrecer un planteamiento mezquino y no se hacen problemas si en la primera ronda regalan empates. Paraguay está llamado a clasificarse sin problemas. Les auguro, en el peor de los casos, 5 puntos, con empates ante Eslovaquia e Italia y triunfo con Nueva Zelanda; pero si llegan a 9 no habría nada de raro. Los del “Tata” Martino han demostrado tener un plantel competitivo con jugadores que se saben de memoria su libreto. Y Sudáfrica 2010 es su oportunidad de demostrarlo.

Chile: Aunque la chapa de “enemigo” es menor a la del 98, nunca querré que a Chile le vaya bien. Aunque el odio haya mutado y ni se me pase por la cabeza la idea de seguirle los pasos a mi primo Camote que para Francia 98 arrancó de su álbum Navarrete la página de Chile, mi rencoroso corazón obtendrá la calma en Sudáfrica cuando el equipo de Bielsa esté eliminado. Para el análisis puedo decir que Chile realizó una magnífica Eliminatoria y gracias a Marcelo Bielsa goza de un equipo con credenciales positivos. Y subrayo a Bielsa (nombrado por tercera vez en el párrafo) porque en él me baso para decir que Chile tiene todo para alcanzar hasta los cuartos de final. Tiene todo para ser la “sorpresa” del Mundial. La experiencia en Bielsa le hará no cometer los errores del pasado. Carga con la maleta de haber quedado eliminado en primera fase en el 2002 cuando dirigía a Argentina. Y dos veces no le cortan la cola al gato, dice un dicho.

Chile enfrentará en su grupo a España, selección considerada por muchos como candidata al título. Pero el esquema de Bielsa, bien interpretado y con artífices en buena noche, tiene con qué hacerle frente. España trabaja como ninguno el balón en el mediocampo, no en vano cuenta con Xavi e Iniesta, los mejores volantes del mundo el último año, y con Cesc Fabregas, otro fuera de serie. Y arriba están enfiladitos con dos atacantes mortales: Niño Torres y Villa. Chile le puede jugar de tú a tú, y cualquier cosa puede pasar si “Chupete” Suazo convierte una de las tres oportunidades que seguro tendrá de liquidar a Casillas. Será un partido de ida y vuelta con pinta de Perú versus Brasil de México 70. Pero de todos modos, para los mapochos ese no es el partido. El rival a vencer es Suiza, una selección que ha mejorado mucho y aparenta ser muy sólida. Ahí está el Mundial para los de Bielsa. Y desde esta trinchera (que es la norte por única vez) afirmo, con envidia, que tienen todo para superarlos. Honduras tiene que despedirse acorde a su realidad, con cero puntos. Vienen de perder contra Perú, y eso es garantía suficiente como para decir que están en nada. A Chile lo seguiré pese a que no guardo simpatía ni por su camiseta ni por ninguno de sus jugadores. Al menos en el 98 yo era hincha oculto del “Matador” Salas. Y aquella vez festejé como goles peruanos los de Brasil que sirvieron para mandar a su casa a mi ídolo en octavos de final.

El resto: Ahora sólo queda esperar a junio para darle rienda suelta a la más grande emoción que el fútbol tiene reservada. No creo en los que dicen que tal Mundial fue mejor que otro. Todos han sido (y serán) extraordinarios para mí. Espero que aparezcan las figuras. Que los llamados a romper, la rompan (y que no se rompan antes de tiempo, como Zidane en el 2002 o Romario para Francia 98). Que campeone un sudamericano (si no es Argentina, que sea Brasil). Que África siga sorprendiendo con un equipo adorable, como Camerún del 90, Nigeria del 94 o Senegal del 2002. Que Alemania siga el rumbo de su historia pero con algo más de emoción que las últimas veces. Que Inglaterra demuestre por qué en los videojuegos sigue comandando la selección más fuerte del mundo, que aparezcan Lampard y Gerrard, porque esta vez sí es ahora o nunca. Que en Sudáfrica apreciemos la consagración de esa magnífica y poco valorada generación de holandeses que en la Euro 2008 fueron los mejores. Que Van der Vaart, Robben y Sneijder se olviden que alguna vez pasaron por el Real Madrid y muestren el exquisito fútbol que sólo en la casa blanca no rindió frutos. Que los italianos sumen fantasía a su catenaccio. Que Cristiano Ronaldo la descosa, que Messi haga seis goles, que Kaká sea Kaká, que Eto’o tenga un buen torneo, que Drogba haga un par de golazos, que Forlán esté diez puntos, que Cabañas nos reivindique a los sudacas con un codazo y un gol en un mismo partido. Que Maradona sea feliz. Que Dunga sea ganador pese a Dunga.

Y bueno, la de siempre: que Dios me de vida para algún día, así sea lejano, poder escribir sobre un Mundial con mi camiseta de la selección al lado.

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