martes, 6 de mayo de 2008

Veinte razones para querer al Salmón (Y)

Al grupo que le dedicó un tributo el viernes en "La noche". Aún Barranco me sigue escuchando...
Este texto busca actuar como un disco recopilatorio de las que considero las mejores canciones de Calamaro. En principio elegí 20, pero me quedé corto, así que coloqué una sección denominada Bonus Track. Al que le guste el Salmón, se identificará conmigo. Al que no, lo invito a escuchar cada una de estas canciones. Con atención. A ver si se aumentan los motivos para querer a Andrés.

1. El tercio de los sueños: “Tenías el vestido más horrible, de todo el tendido. Y yo trataba de llamarte la atención de algún modo oportuno”. Ella para mí tenía el vestido más hermoso. Mis técnicas no eran oportunas, y llamar su atención formaba parte de mis sueños. Y de mis tardes escuchando a Calamaro, que con esta canción tan hermosa me conquistó. “Pero tú sólo tenías ojos para el joven matador de toros…”. Aún hoy lo odio. Cosas del primer amor adolescente. En gente como yo, lleno de sentimientos platónicos. Recuerdo que le cantaba en silencio “no me extraña que seas así, y te rías de mí otra vez”. Con el tiempo descubrí que no tenía por qué reírse. Que quizás si hubiese sido otra mi personalidad, otra sería la historia. Casi diez años después de aquella historia cada vez que escucho al Salmón decir “no me tengas piedad porque soy de verdad, y me puede hacer mal”, mi cerebro me traslada a esas épocas tan difíciles, llenas de cambios físicos y emocionales, y tan hermosas, por la presencia (ausencia) de aquella niña que me enseñó que “el tercio de los sueños tiene dueño y siempre suele ser así”.

2. Te quiero igual: cuando me tocó perder, esta canción fue un himno. Forma parte de los éxitos comerciales del Salmón pero es brutal. A mí me rompieron el corazón una tarde de febrero. El sol se extinguía mientras me despedía de la niña de mi vida. Hubo resignación y lágrimas compartidas. Calamaro planeaba quizás “el regreso”, o seleccionaba los tangos que utilizaría en “El cantante”. Y yo lo escuchaba decir “te quiero, pero te llevaste marzo, y te rendiste en febrero”. Los meses pasaban y regresaba “pero te olvidaste abril en el ropero”. Cuando mi corazón volvió a latir sin pena ni odios, yo le cantaba: “primero, te quiero, igual”.

3. No me nombres: a veces “para siempre” parece que no dura tanto. El miedo al futuro es así, y una relación de pareja es complejidad y lucha, más que sexo y más que amor. Más que la costumbre, es necesidad. Adicción. Y sí, a veces hay odios y no se explica dónde quedaron los momentos gratos, y te imaginas una vida en soledad, y lo escuchas a él decir “puedes para toda la vida olvidar que también hubo alegrías, pero si prefieres quedarte con años que olvidaste, entonces, voy a pedirte: no me nombres, para siempre, no me nombres”. Para ese rato, el nuestro, que es toda la vida. Yo, “lo mejor, lo voy a seguir dando, (pues) te estoy cuidando, para siempre de mí…”. Ojo, para siempre de mí.

4. Mi propia trampa: ella me miraba con sus ojos negros. Con esa profundidad que solamente posee el mar. Y tal vez por ser negro ese mar era confuso, y no me atreví a surcarlo. Había alianzas. Códigos que en silencio no respetaríamos, si acaso quisiéramos. Y yo le respondía “a mí tampoco me gusta tu novio, lo siento si soy tan franco (pero) soy varón, y solo me la banco”. La noche nos envolvía cómplices pero aparentaba (ella más que yo) que era indiferente. Lo siento si fallé, pues “apenas estoy aprendiendo a volar y ya mis alas se quemaron y caí”.

5. Paloma: siempre con cebada, y humo cerca. Tan pensante y deliciosa, como la noche. Hay que escuchar a Paloma en la voz de Calamaro. Si es en vivo, mejor. Y a mí venerarlo a voz en grito, cuando asoma la duda tan pensante y asquerosa, que me obliga a gritar “puse precio a mi libertad, y nadie quiso pagarlo, te cambio tu corazón por el mío, para mirarlo y mirarlo”. Aún no ha nacido el que le dedique a Paloma lo que le compuso Andrés. Y ella vuela por la vida mientras la consuelan: “no te preocupes Paloma, hoy no estoy adentro mío, tu amor es mi enfermedad”. Y yo le digo cuando no la calmo, y no lo intento y finjo que no me incumbe, “soy un embase vacío”. Pero aún recuerdo una tarde de verano cuando compartíamos una mesa y la banda sonora imaginaria nos decía “no te preocupes Paloma, no hay pájaros en el nido, dos ilusiones se irán a volar, pero otras dos han venido”.

6. Ni hablar: la ausencia es así, enigmática. Corta en apariencia, pero eterna. El corazón la conserva, el cerebro no. No puede. Sería un suicidio constante. Es una coraza inevitable. Hoy “mi tórax está tan sensible que no puedo ni hablar de ciertos temas, y extraño a los amigos que no están conmigo”. A mi ausencia le escuché decir “te devuelvo a la ciudad, no te puedo retener”. En el camino no hemos perdido la conexión, “fue el manso clima que dio tu amor”, pero “ya me acostumbré hasta de los problemas”. La coraza inevitable. Es fuerte y te digo “hace frío en el anden, y ahora sigo hablando solo, (siempre) con tu sombra tras de mí”.

7. Media Verónica: dicen los toreros que la media verónica es un paso, una elegancia, un lujo. No opino de toreros. Cobardía. Media Verónica para el Salmón es un código torero. Para mí es una mujer. Como tantas. Esas adorables y solitarias. Locas. Les molesta la luna por la ventana abierta. También les molesta el sol. Nunca fuiste mía, Verónica. Pero repartías besos a estropajos. Verónica “no sabe distinguir el amor de cualquier sentimiento”. Tal vez yo tampoco. Pero sí comparto lo que escribió en la pared: “la vida es una cárcel con las puertas abiertas”.

8. Nos volveremos a ver: porque siempre hay un regreso. Y mi regreso debió llegar con esta canción. Pues “nunca hay un adiós total. Siempre es un nos volveremos a ver, en algún lugar del tiempo”. Él, sólido, se desmorona por ella, una loca linda. Fue la excusa. Todos somos protagonistas. ¿A mí me pides un consejo? Te ofrezco sólo mi brazo, amigo. Apóyate en mi hombro. Y te suscribo Salmón, palabra, “a pesar de ser bonito, nunca dormí en el palito… (también) viví las tumbas de la vida, (y) soy un poeta maldito”.

9. La libertad: “la conocen los que la perdieron, los que la vieron de cerca irse muy lejos, y los que la volvieron a encontrar…”. La libertad, la felicidad, es así. Todos buscamos lo mismo. Y al final del camino la búsqueda es incompleta. Igual que Calamaro, “me pregunto muchas veces, ¿dónde está? Y no dejo de pensar, ¿será solamente una palabra? La hermana hermosa… la libertad”.

10. Maradona: un homenaje sincero al número 10. Un mago, genio, goleador, campeón eterno, un Dios. Las drogas, el doping, Fidel, Chavez. Dieguito, pese a todo y por todo, siempre “estamos esperando que vuelvas“. Y hay que tener en cuenta que “no es una persona cualquiera, es un hombre pegado a una pelota de cuero”. Y por ese don celestial lo quiero yo.

11. Negrita: Un hotel. Un cuarto vacío. Una tierra extraña. Tu luz fuera de mi luz. Inalcanzable. Y mi cerebro volando. Con quién estarás ahora. Esa boca que era mía. Tu olor. El aire frío de tu voz al momento de decirme adiós. “Una vez en Buenos Aires me di cuenta que existen las fantasías, pero también, existe el amor verdadero, y sin ese no puedo seguir entero, porque me falta lo más importante”. Ay negrita, el corazón me grita.

12. Soy tuyo: A ti me entrego. Contigo cierro las puertas de mis labios. Contigo espero el futuro. Me gusta tu mirada cuando sabes que me ganas. Me gusta derrotarte en silencio. Acepta mi inquietud. Yo acepto la tuya. Soy complicado, pero si somos dos es más fuerte. Si somos dos, compañerita mía, seremos tres. Y te digo, con el gallo que me traiciona cada vez que canto “soy tuyo, con mi mayor convicción, soy tuyo, con toda la fuerza de mi corazón, que es tuyo, como cada pensamiento mío es tuyo. Soy tuyo”.

13. Y todo lo demás: a veces imagino el futuro y duele. A veces te incluyo y me calmo. A veces sucumbo a la duda, y a los años, y a las cicatrices. Y mi rostro que empieza a arrugarse. Y te miento, no por maldad, por necesidad. “Yo te prometí hacer deporte, pero era una mentira para robarte un tal vez”. Me dibujo en una plaza de la serranía peruana, tú quemando el pasaporte con rabia, a lo lejos. Esa sonrisa que aniquila cuando es lejana. Podrá llover, podrá sofocar el calor. Podrá ser la antítesis de la belleza el paisaje que nos acompañaba, pero para mí, “parecía el cielo, porque estabas conmigo”. Y todo lo demás también.

14. Ok perdón: la exclusividad, sacrificio antes que placer, suscribiendo a un poeta. Vale la pena. A ti que me miras con afán, que trasladas a tu memoria lo que alguna vez evoqué a mi amor imposible. A ti que alguna vez diste la media vuelta decepcionada. A ti que me cuestionabas cosas que no las creías por el simple anhelo de robarme el aire. Aunque sea un momento. “Yo no quise lastimarte, solamente te dije que no”. Y si eres linda, si tienes a cuatro o cinco que babean por tus labios, tú, que no estás acostumbrada a sentirte rechazada, “ok perdón, fue sin querer”. “Cuántas veces me dijeron que no, a mí, y sobreviví”. Bueno, aunque no seamos amigos (ni enemigos) “la próxima vez te digo que sí”.

15. Cuando te conocí: “Cuando te conocí ya no salías con el primero que te había abandonado, no vale la pena hablar de aquellos años pasados”. Y aunque mis palabras se cumplieron, aunque formo parte de tus años pasados y es irrelevante, yo me acuerdo de cada parte. Tuya y mía. Y te agradezco. “Cuando te conocí miré por un agujero en tus pantalones… y dos años después, ya tomabas todas las decisiones”. ¿Lo ves? “No se puede cambiar de corazón como de sombrero”. Y no podía cambiar de corazón como de camisa (querida mía), sin perder la sonrisa.

16. Mi quebranto: hay que ser un Calamaro para soportar con posibilidades de triunfo ese quebranto. “Mi quebranto, dos estrellas que seguir”. Tenías el pelo ondulado, castaño rojizo. Los ojos, como dos soles, verde mar caribe. Pequeñita. Dulce. Aún hoy sueño con la noche en que mi quebranto pudo ser, “y soporto dos vidas vivir”. Esa alianza entre la luna y el sol. No fuiste mi luna pero sí mi estrella. Para siempre, mi estrellita. “¡Tendrías que aprender a compartir!!!!!”.

17. Me pierdo: amigo mío, te reto a que vivas mi vida. A que te atrevas. A que venzas lo establecido por el dios pecador. Superar la tentación. Y amar pese a las noches frías, y soportar y que te soporten. Y enciende la radio con Calamaro cantando “Me pierdo”. Es un himno al amor verdadero. Al menos a mi amor, tan fuera del de las películas, tan terrenal, como ella y yo. “Con tanto dolor, no puedo. Contigo, o sin ti, no puedo. No puedo olvidarte pero pasa el tiempo. Es muy duro saber cual es la mejor mujer”. Compañerita mía, a veces, “no quisiera quererte, pero cuánto te quiero”.

18. Hacer el tonto: esta canción forma parte de alguno de los duetos que tiene el Salmón. En su repertorio hay canciones con Sabina, con Fito Paez, con Vicentino. Pero esta es con Maradona, y por eso la escojo como indispensable. “Voy a ponerme a cantar lo que quiera”, dijo Andrés. Y Diego le responde: “Va a ser mientras el sol esté cayendo, todos estamos sobreviviendo…”. A veces la vida te empuja al festejo aún cuando no hay motivo. Entonces, como el Salmón y el 10, aunque “tengo otra afición preferida”, ahora “voy a ponerme el sombrero… pero a emborracharme primero”. Para cantarla a pulmón abierto. Bien juergueado. Eso sí, “mente sana in corpole sano”.

19. Donde manda marinero: no es bueno llorar sobre la leche derramada. Pero a veces es inevitable cuestionar con dureza el paso del tiempo. Donde manda marinero es una canción que me genera aquello. “Últimamente ha perdido su capacidad de sorpresa”. “Voy a pasar a retiro, de un tiro, al culpable de mi soledad”. “Puedo seguir escapando, y aún lo estoy pensando, lo estoy pensando pero estoy cansado de pensar”. Por eso de cada viaje me traigo el equipaje perdido. Esta canción, que forma parte del disco “Alta suciedad”, no es de mis preferidas. Pero le encanta a mi hermana, y “por eso es que he decidido nunca olvidar, nunca olvidar”.

20. Socio de la soledad: un himno. Simplemente eso.

Bonus track:

21. Flaca: es indispensable mencionar “Flaca” si se habla del Salmón. Pese a su extrema comercialización, es una canción hermosa. “Aunque casi me equivoco y te digo, poco a poco, no me mientas, no me digas la verdad. No te quedes callada. No levantes la voz, ni me pidas perdón”. Cómo no identificarse. Y sí, el perro compañero.
22. Malena: en el disco denominado “El salmón”, donde Calamaro coloca más de cien canciones en un empaque con cinco discos en uno, coloca este tango llamado “Malena”. Una interpretación notable. La clásica voz de Andrés acompañada de instrumentos propios del tango, y una letra desgarradora. “Tal vez allá en la infancia su voz de alondra, tomó ese tono oscuro de callejón; o acaso aquel romance, que sólo nombra cuando se pone triste por el alcohol”.
23. Buena suerte y hasta luego: con “Los Rodríguez” Calamaro interpretó esta mágica canción. Una choteada al más puro estilo de las locas cuya profesión es la de romper corazones. “Ese manicomio estaba lleno de problemas de fronteras”. Suscribiendo a Ok perdón, “hay que ser fuerte contra la corriente también”. Por eso cuando ella me dijo “que te vaya bien”, yo le dije “buena suerte y hasta luego”.
24.Todavía una canción de amor: siguiendo con “Los Rodríguez”, esta obra maestra. Compuesta por el Salmón en dupla con Joaquín Sabina (no es para menos, se nota el sello sabinesco). “No te fíes si te digo que imposible, no dudes de mi duda, ni mi quizás. El amor es igual que un imperdible, perdido en la solapa del azar”. Si hubiese conocido este tema cuando la veía de lejos… “Estoy tratando de decirte que me desespero de esperarte, que no salgo a buscarte porque sé que corro el riesgo de encontrarte”. Un día él se enamoró de una cantante, y ella lo dejó. Y le quise decir, amigo, “cantar es disparar contra el olvido”, pero “vivir sin ti, es dormir en la estación”.
25. Salud, dinero y amor: esta canción es simplemente un himno a la vida. La suscribo enterita. No hay retazos que escoger. “Desde un rincón del mundo… brindo contigo”. Siempre, siempre, siempre.