viernes, 4 de enero de 2008

Entre Waldir y Paolo, Reimond Manco (P)

Waldir Sáenz tiene un récord que no se lo discute nadie. Es el futbolista que más veces ha sido portada del diario El Bocón. Eran una constante en los noventa las carátulas del diario enfundadas en colores blanquiazules y con el rostro del ex goleador aliancista. Para bien o para mal, Waldir siempre fue noticia, y El Bocón, pionero de los diarios deportivos en el Perú, lo adoptó casi como un icono imprescindible en su romance con los lectores. Paolo Guerrero ha venido cosechando sus primeras portadas, es el jugador más mediático de la actualidad, pero sus páginas llevan colores internacionales. Mientras Waldir hizo casi toda su carrera en el Perú, Paolo ha sido el primer futbolista de nuestra historia que debutó profesionalmente en la Bundesliga y no en el alicaído Apertura perucho. Y si Waldir conserva en el recuerdo portadas que acumulan goles y campeonatos a nivel local, a Paolo lo entrevistan para la página Web del Hamburgo.

Reimond Manco debe con urgencia seguir el ejemplo de Guerrero. Olvidarse de su tierno anhelo de consagrarse primero en el Alianza de sus amores y ya andar pensando qué club de Europa elegir para engrandecer su carrera. Que sea portada de los diarios deportivos del país únicamente cuando regrese a jugar por la selección. Manco debe sentarse a ver los videos de Waldir Sáenz cuando metía los goles de Romário pero jugando contra el Unión Minas, y debe observarlo en su actual estado, el de un futbolista con edad aún de goleador de equipo grande pero que no se puede ganar un lugar ni en el Muni. El entorno local es mediocre y contamina a los futbolistas. La prensa que ensalza falsos héroes y que los devuelve a la tierra sin piedad a la primera falla; los malos amigos que se cuelgan de la fama y que son los primeros en huir cuando aparece la racha negativa, y que son capaces hasta de involucrarte en robos y problemas con la justicia; las vedettes, las “trampas”, el trago, el escándalo.

A Manco hay que sacarlo rápido del Perú porque lo vamos a perder. No es Maradona ni Messi, no es siquiera un Jéfferson Farfán, que ya a su edad, venía acumulando la potencia física de la que hoy Manco carece. Es un muy buen jugador que todavía conserva la esencia amateur, la humildad, y su principal virtud es que se muere de ganas de aprender. Tiene un dribling único, una gambeta maldita que deja mal parado a cualquiera, pero le falta gol. Y es mejor que lo aprenda (como Guerrero) de Gerd Muller, y no de Maestri o Fano.

Luego del “fenómeno sub 17” Reimond fue tratado casi como un divo. Cosechó elogios de la prensa y hasta se abalanzaron contra él multitudes de chiquillas como si se tratase de David Beckham. Y, felizmente, respondió bien. Sin poses de estrella (al menos no exageradas, algunas tuvo) y con un discurso clarísimo: aún no soy nadie, tengo mucho por aprender. Esperemos, por el bien del fútbol peruano, que Manco emigre lo más rápido posible. Es preferible ser uno más en un gran equipo que la estrella en un cuadro mediocre. Es mejor ser Paolo Guerrero con un currículum que dice cero minutos en el fútbol peruano, que Waldir Sáenz, goleador histórico de Alianza Lima y hombre récord de portadas deportivas. Reimond Manco tiene un plus a diferencia de otros ex jotitas: él puede elegir lo que quiera.

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