viernes, 4 de enero de 2008

Turismo deportivo en el Perú: ¿Utopía o desidia? (P)

Pese a que el bote que traslada al turismo en el Perú, con mucho esfuerzo, viene surcando con éxito corrientes difíciles, aún hay mucho por hacer. Para nadie es un secreto que desde hace rato el Cuzco dejó de ser el único destino con el que podemos decir presente a nivel internacional, pero existen muchísimas zonas aún por explotar. Y no menos formas de desarrollar algunos aspectos que ayudarían a que la oferta turística siga en ascenso. Es cuestión de reconocer nuestros potenciales e invertir en ellos. Que no se siga tropezando con la misma piedra y apostar por lo que tenemos enfrente y que muchas veces ignoramos.
Una modalidad turística en el mundo es el turismo deportivo, aquel que engloba la visita a observar un espectáculo, y también, la posibilidad de participar en él. Lo que sucede con el Perú en ese rubro tiene que ver un poco con el fanatismo y mucho con la terquedad. Es inexplicable todo el gasto destinado a deportes como el fútbol, pasión de multitudes en nuestra patria, pero que desde hace más de dos décadas (salvo excepciones: Cienciano en el 2003, la sub 17 este año) sólo sabe de fracasos. Y no menos asombrosa la desidia con la que nuestras autoridades observan otras disciplinas en las que no sólo clasificamos al mundial, sino que lo ganamos.
En Argentina por ejemplo, la mayoría de hoteles (si no todos) tienen en la recepción, junto a incontables guías turísticas por la ciudad, distintas ofertas para asistir a los estadios de fútbol. Si se es amante del deporte rey, estar en Buenos Aires y no ir a la Bombonera a ver a Boca Juniors, o al Monumental a ver a River Plate, es un pecado. Existen pues, empresas que se dedican a eso. Uno sólo se debe acercar a la recepción y averiguar el precio. Luego el hotel las contacta y listo. Se paga casi el doble del costo de la entrada, pero el paquete incluye la recogida desde al hotel, el trayecto sin problemas hacia el estadio, la ubicación en el mismo, y el regreso. Un éxito.
Pensar en implantar eso en el Perú es una utopía, y sería una estafa tan grande como vender un Machu Pichu entre el Obelisco o la Plaza San Martín en Buenos Aires. Claro, cobrar dinero extra por el arribo hacia el Estadio Nacional para un partido entre Universitario y Cristal, es un exceso. La calidad del espectáculo y de los jugadores, está a años luz de nuestros hermanos del Río de la Plata. Pero hay deportes en los que el turismo sí puede meter su cuchara, y haciéndolo, engrandecería la afición popular y los escenarios en los que se compite, como el surfing. Desde que Sofía Mulanovich consiguió el título mundial en el 2005 la tabla hawaiana ha cosechado más adeptos, y también, algunas páginas en secciones deportivas. Pero el apoyo a ese deporte sigue siendo escaso.
Requisito indispensable para que ese deporte vaya de la mano de la oferta turística, el cuidado del mar. No es posible que existan playas en el Perú con buenas olas en las que se tenga que convivir con el desagüe. Un ejemplo clarísimo está en San Bartolo, donde la playa El Huayco, ideal para maniobras radicales cerca a la orilla, presenta un escenario casi asqueroso. Las aguas contaminadas de las tuberías deambulan por el mismo camino que recorren los surfers para entrar al mar, y la cantidad de desperdicios que hacen mapas con la arena es inaudita. Así hay muchas playas más en el Perú. Incluso en el norte, donde se generan olas maravillosas como las de Cabo Blanco.
A partir del cuidado del mar se podrá empezar con lo demás. Auspicios que permitan a los tablistas dedicarse a mejorar su estilo en lugar de buscar dinero para tablas adecuadas; la organización de campeonatos “a todo dar” como los que se realizan en California, Australia o Hawai, en los que el espectáculo no sea tan solo una tarima con la voz de fondo del organizador pidiendo paz por la playa; o la creación de tours en los hoteles hacia los turistas en los que se les asegure protección para llegar a la playa y aguas limpias. Las olas, ya se sabe, siempre están en el Perú.
Todo traería consigo crecimiento. Nuestros campeones no tendrían que emigrar en busca de un mejor futuro, las empresas que inviertan conseguirían frutos y los turistas del surf (muchísimos en el mundo) verían al Perú como un destino más allá de un país tercer mundista en el que las olas crecen perfectas pero en un ambiente hostil. Entonces, Gustavo Swayne podría dormir sin pensar que necesita un auspicio que lo ayude a viajar para competir, o conversar con Alvarito Malpartida sería un lujo no sólo para unos cuantos surfers, y Gabriel Villarán o Sofía Mulanovich desplazarían a los “dioses” del fútbol en las portadas de los diarios. Y estaríamos hablando de un país distinto. Un país en la cresta de los triunfos.

1 comentario:

  1. Son las 11 y 8 pm.. mis intenciones antes de sentarme frente a la computadora...eran simplemente de 5 minutos...revise el mail de Flora... y le agradesco haber compartido ... este espacio.. la literatura me encanta...especialmente la de Juan Rulfo...y es a el al q me recuerdas al leer tus cuentos...q bueno saber q hay tanta riquesa en el Perú ---- Y espero q siga creciendo EXITOS!!!!
    Gabriela N.

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